Pekín abre al exterior su sector financiero y abraza el multilateralismo, mientras Washington se atrinchera en el 'América primero'
Donald Trump dio un nuevo paso ayer en su renuncia al liderazgo comercial internacional para ceder el testigo a una China que se consagra como única alternativa para llenar el vacío dejado por Washington.
Resultó evidente durante la cumbre de la APEC (Cooperación Económica de Asia-Pacífico, una organización que aglutina a 21 países cuyas economías, sumadas, equivalen al 60% del PIB del planeta) inaugurada ayer en Danang, resort de Vietnam donde se dieron cita los líderes de los países implicados, entre ellos el chino Xi Jinping, el japonés Shinzo Abe o el ruso, Vladimir Putin.
En su discurso ante líderes políticos y empresariales, el norteamericano abandonó la amabilidad casi servil demostrada a su paso por Pekín, en presencia de Jinping y su esposa, para reivindicar su 'America Primero', arremeter contra los "abusos comerciales crónicos" que, a su juicio, ha padecido EEUU y anunciar que sólo está dispuesto a colaborar con la APEC mientras "acate acuerdos comerciales justos y recíprocos" dado que la política de anteriores administraciones norteamericanas costó "millones de trabajos estadounidenses".
"EEUU no va a permitir que se le saque provecho" en materia de comercio, afirmó Trump en el foro asiático, antes de arremeter contra la Organización Mundial del Comercio.
A juicio del millonario populista, la OMC "no puede funcionar correctamente" si sus miembros no respetan las reglas, y denunció que no ha existido reciprocidad cuando Estados Unidos ha reducido las barreras y ha suprimido aranceles. "Esas prácticas han dañado a mucha gente en mi país", lamentó en la cumbre de la APEC, cuarta parada de su gira asiática. Trump enterraba así décadas de política norteamericana destinadas a tejer su tutela en todo el mundo, y especialmente en Asia, mediante acuerdos de libre comercio que le garantizaron una enorme influencia en Oriente.
Un papel antagónico
En su turno de palabra, el líder chino asumió un papel antagónico. Frente a la altivez de Trump, un Xi más fortalecido que nunca (por su partido, que le consagró en el liderazgo chino a la altura de Mao Zedong en el último congreso extraordinario, y también por la visita de Trump a Pekín, donde éste pareció ceder el testigo de forma gustosa con un discurso complaciente, en el que rehabilitaba a China tras haber sido la bestia negra de su campaña electoral) se dirigió a la misma audiencia con el planteamiento opuesto: según Xi, la globalización es "una tendencia histórica irreversible" y por ello "tenemos que apoyar el sistema multilateral de comercio y practicar un regionalismo abierto, para permitir que los países en desarrollo se beneficien del comercio y de las inversiones internacionales".
El estratega Xi aprovecha el caos de la nueva Administración de Washington en política internacional para fortalecer sus alianzas, sustituir a Washington como socio comercial y perfilarse, en palabras del líder chino, como "una nueva opción para otros países" huérfanos de orden mundial. Como explicaba Ian Bremmer, del think tank Eurasia, a France-Presse, "el vacío comparativo que experimenta el mundo, especialmente en el patio trasero de China, la APEC, es algo que Xi Jinping ve como una oportunidad". Para Bremmer, con su postura Washington empuja a sus socios a los brazos de China. "Aunque a muchos países no les guste el modelo chino, tienen que conformarse con lo que hay".
El liderazgo chino está adoptando pasos que mejoren su imagen a la hora de consagrarse como interlocutor comercial y para liberar tibiamente su sistema financiero. Ayer, Pekín anunció que permitirá que las empresas extranjeras controlen bancos y otras entidades financieras, en lo que supone una notable flexibilización del sector, hasta ahora muy restringido a las inversiones internacionales. Según el viceministro de Finanzas, Zhu Guangyao, las compañías extranjeras podrán disponer de hasta el 51% de sus proyectos en China en sectores como el bancario, los seguros y la gestión de fondos y valores.
Multilateralismo chino
La apuesta china por el multilateralismo contrasta con el planteamiento de Trump, quien se había dicho dispuesto a negociar tratados con "cualquier socio del Indo-Pacífico dispuesto a llegar a un acuerdo justo sobre la base del respeto y el beneficio mutuo" pero "siempre pondré América primero", puntualizando que su país "no volverá a entrar en grandes acuerdos que nos atan de manos", en alusión a textos como el TPP (según las siglas en inglés del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica) del cual se retiró tras su llegada a la Casa Blanca.
El resto de países miembros del TPP negociaban ayer en Vietnam su resurrección, dejando al margen a un EEUU que parece excluirse del selecto club internacional que diseñó. Japón llegó a anunciar ayer un acuerdo de principios, afirmando que tendría el apoyo de las naciones concernidas salvo EEUU: México, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, Vietnam, Perú, Nueva Zelanda y Singapur. Sin embargo, representantes de Canadá y Australia desmintieron el consenso sobre una nueva versión del TPP, en la que Japón tiene un enorme interés para contrarrestar la influencia comercial china.
Por otro lado, el encuentro entre Trump y Putin no se celebró, pese a que ambas partes habían expresado interés. La responsable de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, había confiado en que "ahora que van a estar en el mismo sitio, es muy posible y muy deseable que se saluden. Pero, en términos de reunión formal programada, no hay una fijada en el calendario y no anticipamos que vaya a producirse". Por su parte, el portavoz de Putin, Dimitri Peskov, explicó a la prensa que "la reunión se realizará al margen de la cumbre de una manera u otra", dado que ambos comparten el foro. Trump abandonará mañana Danag para encaminarse a Hanoi antes de viajar, el domingo, a Manila para asistir a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático.
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